Cinco mineros artesanales perdieron la vida el pasado viernes en un derrumbe ocurrido en la mina de oro Amayapampa, una de las más grandes del departamento de Potosí. Con este nuevo incidente, ya suman 73 los trabajadores mineros fallecidos en lo que va del año en la región.
Las víctimas, jóvenes de entre 23 y 25 años, no formaban parte del personal regular de la empresa operadora, pero contaban con autorización para realizar actividades de paqoma, práctica tradicional que permite recolectar minerales residuales en los alrededores de yacimientos.
Según informó la Policía, el deslizamiento de tierra ocurrió a más de 4.000 metros de altitud, sepultando a los cinco trabajadores. El coronel Fernando Benítez, comandante departamental, confirmó que las víctimas murieron por asfixia y aplastamiento. Hasta el cierre del viernes, solo dos de los fallecidos habían sido identificados.
El coronel Fernando Barrientos, comandante regional, precisó que se trataba de trabajadores artesanales provenientes de comunidades rurales cercanas. La investigación del caso continúa, aunque las autoridades no han anunciado sanciones ni medidas de prevención.
El accidente vuelve a poner en la mira las deficientes condiciones de seguridad laboral en el sector minero, particularmente en labores informales o semilegales donde los controles estatales son escasos o nulos. La mina de Amayapampa, explotada a cielo abierto por Comibol, convive con prácticas tradicionales como el paqoma, una forma de subsistencia para decenas de familias de la zona.
Este caso se suma al derrumbe registrado en marzo en una mina de Sorata, La Paz, donde también murieron cinco trabajadores, sin que se haya reportado hasta ahora medidas correctivas por parte de las autoridades competentes.

