La otra cara de la moneda, ya pasaron dos días desde que el Obelisco de Buenos Aires, punto emblemático de la ciudad, se colmara de más de dos millones de aficionado que salieron a festejar el triunfo a las calles.
Los excesos no eran para menos, hacía 36 años que no se festejaba un título mundial, la gente salió a las calles y celebró como no se había visto antes, sin embargo el costo para la ciudad será muy alto pues aún no se termina la locura de Argentina campeón y la cuenta ya va en aumento.
Y es que el día después los medios empezaron a reportar todos los daños causados en la celebración que ha dejado imágenes impresionantes pero también pérdidas muy importantes para la ciudad.
El obelisco fue dañado con grafiti por todos sus costados, incluso un grupo de personas ingresó a la fuerza al monumento y treparon hasta la cima lo que causó mucha preocupación en las autoridades.
Los páneles solares instalados por la ciudad en plena avenida 9 de julio fueron destruidos por los hinchas que treparon a las marquesinas, puestos, postes de luz, semáforos y todo lo que se pudiera escalar.
Aún no hay un cálculo del monto de las pérdidas económicas que los festejos de Argentina van a costarle a la ciudad pero sin duda son números importantes de comercios que fueron vandalizados y en algunos casos también saqueados por los aficionados eufóricos que confunden pasión con delincuencia.