Aunque suena a enfermedad bíblica, la verdad científica es que la lepra está lejos de haber desaparecido de la faz de la Tierra, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ubicó entre las 20 enfermedades tropicales desatendidas para cuya lucha se considera imperioso inyectar más recursos. Y si bien suele darse en países en vías de desarrollo, también se ha registrado un aumento de los contagios en España, donde la detección de casos se duplicó entre 2021 y 2022.
El año pasado se reportaron en todo el planeta 216.000 casos, muchos más que los casi 141.000 de 2021, la inmensa mayoría de ellos en Brasil e India. Los números españoles son mucho más discretos, pero muestran una tendencia clara al alza: en 2022 los hospitales del país europeo registraron diez contagios, bastantes más que los 4 estudiados por los médicos españoles en 2021. A fines de diciembre pasado, en total había en España 19 personas sometidas a tratamiento contra esta enfermedad contagiosa y potencialmente grave.
La Fundación Fontilles, con sede en Alicante, emitió un informe donde señala que la crisis del coronavirus tiene mucho que ver con este incremento. «Durante la pandemia, se dejaron de hacer campañas de prevención y detección, y muchos recursos se desviaron a la emergencia sanitaria; por eso, ahora estamos diagnosticando a más personas y con más discapacidades”. Porque sí, la lepra puede ser, en casos graves, invalidante, al provocar parálisis y lesiones en extremidades, piel, nervios y ojos.